Historia de la SAF

Apuntes para una historia de la Sociedad Asturiana de Filosofía

 

                Me pide Soledad G. Ferrer, actual Presidenta de la SAF que cuente la historia de la SAF por considerar que soy el ex-Presidente más antiguo. No es cierto. Fui el tercer presidente ejecutivo y afortunadamente todos seguimos vivos. Me precedieron en el cargo Teófilo Rodríguez Neira, que se jubiló como Catedrático de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Oviedo en 2004 y Vidal Peña García, también jubilado como Catedrático de Historia de la Filosofía Moderna en 2012. Ambos estuvieron presentes en el momento fundacional de la sociedad sobre la que versa el primer capítulo de esta historia.

  1.- Sobre la Fundación

             En más de una ocasión he señalado que la inspiración de crear una sociedad de filosofía de ámbito regional la trajo a Oviedo el especialista en filosofía española Alain Guy, cuando instauró el Departamento de Filosofía Hispánica en la Universidad de Toulouse Jean Jaurés, que había sido fundada en 1974 en el barrio de Le Marail. En Francia funcionaban muy bien las sociedades regionales, como la de Marsella, cada una de las cuales se definía por una orientación específica.

             La idea fraguó en una cena de trabajo que celebramos en Casa Modesta, un viejo restaurante de excelente comida casera, ahora desaparecido, que estaba ubicado en la esquina inferior de la Calle el Águila, es decir, muy cerca de la sede del Departamento de Filosofía en la Plaza Feijóo donde el hispanista había mantenido un largo encuentro con Gustavo Bueno, cuya obra había estudiado y reseñado. El 24 de abril de 1976 una Comisión Gestora de la que formamos parte, Don Pedro Caravia Hevia, Teófilo Rodríguez Neira, Vidal Peña García, Manuel Fernández de la Cera, Juan Cueto Alas, Luis Javier Álvarez y yo mismo, como secretario, presentamos en el Gobierno Civil de Oviedo, la solicitud para aprobar con el nombre Sociedad Asturiana de Filosofía, una organización civil, cuyos Estatutos fijaban como fin «fomentar las actividad filosófica en relación con las Ciencias y la Cultura». Recuerdo que Gustavo Bueno declinó encabezar la Comisión y que, gracias a los buenos oficios de Manolo de la Cera, logramos seducir para ello a Pedro Caravia, pese a estar jubilado de la cátedra de Filosofía del Alfonso IIª desde 1972. Teófilo Rodríguez Neira nos prestaba, como director que era del ICE de Universidad de Oviedo, una sala en la calle Quintana, donde se ejecutaron todos los trabajos preparatorios. Por su parte, Luis Javier propuso incorporar a Amelia Valcárcel para completar las firmas de la solicitud, por simple proximidad, en una época en la que nadie planteaba cuotas femeninas de representación.

             La Sociedad se presentaba de forma tan abierta y genérica que, al no restringir la membrecía a los profesionales de la Filosofía, muchos se apuntaron pensando que se trataba de una plataforma destinada a constituir un partido político. Sin embargo, en los Estatutos, si se restringe la elección del Presidente y el Vicepresidente a profesionales de la materia y la política aparecía más en el plano de la reflexión que de la acción.

             Una vez legalizada la SAF en el otoño de 1976 se eligió la primera Junta Directiva, en la que Don Pedro fue proclamado Presidente de Honor con carácter vitalicio, mientras que Teófilo Rodríguez Neira fue nombrado Presidente Ejecutivo por dos años y Vidal Peña, Vicepresidente, un cargo pensado para que siempre hubiese candidato  para el mandato siguiente. Con ese espíritu de concordia y colaboración entre Universidad y Enseñanzas Medias se celebraron las primeras actividades En diciembre de 1976 organizamos la primera actividad, una conferencia solemne que dictó el maestro indiscutible, Gustavo Bueno, sobre un tema emblemático, que debía servir de orientación a la nueva sociedad: “Filosofía Académica y Filosofía Mundana”.

             Vista desde el Departamento de Filosofía, la SAF era una iniciativa secundaria, lateral, casi marginal, teniendo en cuenta la pletórica productividad del momento: organización de los Congresos de Filósofos Jóvenes, el último de los cuales sobre Teoría y Praxis, se había realizado en Oviedo en 1975 con asistencia de E. Balibar y C. Lefort, entre otros, culminación de la investigación sobre la teoría del cierre categorial, creación de una nueva Facultad de Filosofía, Psicología y Ciencias de la Educación con sus múltiples recovecos y avatares burocráticos, como el traslado a Gijón, que fue proclamada como la nueva “Mileto” por Gustavo Bueno, para justificar que la puesta en funcionamiento se produjo en la Escuela de Ingenieros de esa ciudad, etc.  

             La SAF interesaba, sobre todo, al plantel de nuevos catedráticos de instituto que mejoraron el nivel de la materia en el Principado tras la muerte de Franco. De hecho, una de las primeras actividades organizada en colaboración con el ICE,  fue un curso sobre “El comentario de textos filosóficos” impartido por G. Bueno y Vidal Peña entre el 30 de Mayo y 15 de junio de 1977. No me resisto a reseñar que la primera versión del célebre comentario del Protágoras de Platón, que G. Bueno editó como libro en 1980 y se sigue reeditándose hoy, inauguró aquel curso. Menos repercusión ha tenido su comentario al Sofista o a la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Vidal Peña comenzó allí a comentar las Meditaciones de Descartes que estaba traduciendo e hizo una filigrana hermenéutica de la Epistola nº 64 de Espinosa.  No recuerdo los textos de Ockam que se repasaron, pero si las disertaciones sobre la Crítica de la Razón Práctica de Kant o la lectura de la dialéctica del amo y el esclavo que hizo Bueno sobre la Fenomenología del Espíritu de Hegel. De la amplitud de intereses que Bueno mostraba en esta época, que quizá puedan extrañar a las últimas generaciones de alumnos, dan buena muestra sus comentarios sobre el Curso de filosofía positiva de Comte, sobre las Meditaciones Cartesianas de Husserl y sobre Las dos fuentes de la moral y la religión de Bergson, uno de los autores más citados por Bueno en aquella época.

             Pero entre los objetivos de la SAF estaba también recuperar la tradición filosófica asturiana y en ese punto hay que señalar las conferencias sobre Gaos o Fernando Vela, que impartió Teófilo, la que dio Julián Velarde sobre la Lógica de Manuel Granell o la que di yo sobre Cándido Cimadevilla, apodado Cimón de Colloto. Las primeras elecciones democráticas nos brindaron la oportunidad de programar una conferencia de Wenceslao Roces y la posibilidad de hacerle socio de honor de la misma. Siguen pendientes de ejecución algunos de aquellos proyectos iniciales.

             Por último, durante el mandato de Vidal Peña se organizó un importante congreso para celebrar el tercer centenario de la muerte de Espinoza, al que vinieron investigadores portugueses interesados también en vindicar los orígenes ibéricos del pensador racionalista judío. La celebración de Congresos de índole internacional marcará lo que podemos llamar la época de despegue de nuestra modesta asociación, fundada sobre la “filosofía de la miseria” como proclamaba Manolo de la Cera, pero a la que le cabe el honor de haber sido la primera sociedad regional de filosofía que se fundó en España. Las de Andalucía, Galicia, Valencia, Castilla o Canarias vinieron después.

 

Alberto Hidalgo, 6 de febrero de 2020

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