"La Coruxa"

“La Coruxa” es el nombre que ha decidido darse a sí mismo el círculo de lectura que viene reuniéndose desde 2016 con el propósito de leer y discutir obras filosóficas que interesen a todos sus miembros. Con él queremos recordar la faceta al mismo tiempo femenina y asturiana del emblema de la SAF. Durante estos cuatro años los participantes han ido variando, pero la actividad realizada ha permanecido más o menos igual. De este grupo de amigos surgió el equipo que en la actualidad ha asumido el trabajo de dirigir la SAF, así como muchas ideas para llevar a cabo en este terreno que nos relaciona a todas.

Presentamos a continuación la crónica que hemos ido haciendo todos los años sobre las discusiones y lecturas que nos han venido ocupando.

 

Un grupo de lectura abierto a la discusión

Soledad García Ferrer

 

Una convocatoria algo intrigante de la SAF para una reunión en el café Paraíso de Oviedo una tarde del mes de marzo de 2016. ¿Por qué no acercarse, aunque sea por curiosidad? Un grupo de amigos estudiantes de máster de filosofía que se había propuesto constituir un grupo de lectura semanal. El primer libro que proponían era el Anti Edipo de Deleuze y Guattari. Cada uno de los asistentes era invitado a explicar lo que quería que se hiciera en esas reuniones, por qué habían acudido a la convocatoria, qué idea traían, si les interesaba el tema… Cuando me tocó mi turno lo que dije fue que me había quedado gratamente sorprendida del interés que tenía la gente joven, que siempre me había interesado formar un grupo de lectura como aquel, que en otras ciudades universitarias más grandes, como Madrid, me había sido imposible formarlo, que me alegraba mucho de que la iniciativa hubiera partido de los estudiantes y que únicamente modificaría la periodicidad de los encuentros y la pondría quincenal.

De todas las asistentes a esa primera reunión hubo muchas que no volvieron a la siguiente y en cambio otros se incorporaron más adelante. Cambiamos el lugar de reunión por un café más tranquilo y más solitario a esa hora (el Boca a boca) donde nos reservaban una mesa y donde asombrábamos a los parroquianos hablando de “fases anales”, “cuerpos sin órganos”, “esquizoanálisis”  y demás sutilezas deleuzianas.

Las sesiones se organizaron siempre de una forma caóticamente contenida: había una coordinadora que se preparaba especialmente las 30 páginas aproximadamente que traíamos para cada sesión y hablaba “por defecto”, es decir, tomaba la palabra pero podía ser interrumpido por cualquiera y muchas veces lo que ella se había preparado era arrinconado por una discusión interesante que ocupaba el núcleo de la sesión, de forma que no había ningún plan previo y en cualquier momento, como de hecho ocurría, podía saltar una polémica por sorpresa. Desde el principio la lectura se planteaba como un ejercicio no académico, es decir, donde no se trataba de manejar una bibliografía, sino de enfrentarse directa e ingenuamente con un texto que nos parecía fundamental y para cuya lectura nos hacía falta poner a dialogar y a discutir lo que el texto nos había dado a cada una con la interpretación y el trabajo de los otros. Desde este punto de vista las sesiones eran muy enriquecedoras. Volvíamos a casa con la cabeza llena de sugerencias, de puentes, de ambigüedades, de datos que había que comprobar, de referencias a fuentes inopinadas, de ecos, de resonancias.  Terminamos la lectura del Anti Edipo dentro del curso.  La sesión final se prolongó con una cena en la que discutimos lo que pensábamos hacer para el curso que viene. Todas teníamos interés en continuar. Cada uno llevó su propuesta y al final quedó decidido que el curso siguiente la emprenderíamos con la Crítica de la razón poscolonial de Spivak.

 

 

En busca de nuevos horizontes

Claudia Delgado Caballero

 

El balance de nuestro primer año de lectura conjunta de El Anti Edipo fue muy positivo, así que decidimos continuar reuniéndonos. Hubo varias propuestas de lectura para el año académico 2016/17, todas ellas relacionadas con el pensamiento contemporáneo, interés inicialmente compartido por todos los miembros del grupo. Aunque se barajó la posibilidad de continuar con Mil Mesetas, decidimos posponer esta lectura (que aún tenemos pendiente) en aras de atraer a otros potenciales miembros. Finalmente, nos decidimos por la Crítica de la Razón Poscolonial de Gayatri Chakravorty Spivak. Nos gustó la idea porque nos permitía ahondar en la cuestión del pensamiento decolonial desde una obra ya clásica de esta corriente. Además, nos dimos cuenta de que, aunque nuestro grupo tenía un componente abiertamente feminista, la mayoría de los autores que habíamos propuesto eran hombres y circunscritos al ámbito europeo. Por ello, la singularidad de una autora como Spivak nos hizo decantarnos por aquella propuesta en principio minoritaria.

Algunos de los que habían sido asistentes habituales durante la lectura de Deleuze y Guattari, tuvieron que dejarnos por motivos de trabajo y, a pesar de nuestros esfuerzos, no conseguimos atraer a nuevos miembros. Éramos pocos y, si alguno faltaba, se notaba mucho. Aun recuerdo aquel día en que sólo acudimos tres y se presentó en el Café Teatro, sin previo aviso, una periodista con la intención de escribir un reportaje sobre nuestro grupo de lectura para un periódico local. No obstante, conseguimos sacar adelante la lectura de Spivak, una lectura que, en lo que a mí respecta, supuso un soplo de aire fresco desde el punto de vista feminista y la apertura de un nuevo campo de estudio, no sólo por lo que concierne al imperativo de «descolonizar el pensamiento» (en palabras de la propia Spivak) sino por empezar a valorar las aplicaciones del análisis literario a la filosofía. Finalmente, en noviembre de 2017, expuse las conclusiones de esa lectura conjunta con ocasión del III Congreso sobre Pensamiento Filosófico Contemporáneo celebrado en la Universidad de Oviedo.

 

Una obra muy difícil

Roberto C. Menéndez

 

En el tercer año del grupo de lectura la obra elegida fue la Crítica de la Razón Pura. El motivo fue la convocatoria, el año anterior, de un grupo de discusión independiente en torno a esta obra. La propuesta inicial pasó por comentar los Prolegómenos a toda metafísica futura que quiera presentarse como ciencia para comentar durante el año siguiente la Crítica. Un cambio de este año fue el de la sede de reunión. Este curso las sesiones han sido en la facultad de filosofía, donde contábamos con una mayor tranquilidad y con la posibilidad de utilizar la pizarra. La sala, pensada para seminarios, ayudó en las animadas conversaciones que tuvimos.

El grupo más asiduo estuvo constituido por: Claudia D. Caballero, Soledad G. Ferrer, Vanesa Gutiérrez, Illán Hevia, Felipe Ledesma, Rosa Lombas y Roberto Menéndez. También asistieron Montse Iglesias y Rodrigo Neira, además de otros estudiantes de grado.

El estudio de una obra como la Crítica de la Razón Pura es muy exigente y requiere mucha dedicación. El propósito de este grupo ha sido el de ayudar en el estudio de esta obra a partir del diálogo. En cada sesión una persona se hace responsable de comentar el apartado propuesto, proponiendo cuestiones a discutir. Cada persona puede intervenir en algún momento, sea para proponer otras cuestiones o para hacer comentarios. No hay propiamente un moderador; la propia discusión se autoregula y, de modo general, todos los asistentes participan.

Este año se han leído los prólogos, la introducción, la estética y la analítica trascendental. El periodo de sesiones ha sido más corto de lo habitual a causa de las oposiciones de secundaria, a las cuales se presentan algunos de los asistentes. Para el próximo año está previsto leer y comentar la dialéctica trascendental y la Doctrina trascendental del método. Contamos con algunas personas nuevas que ya han mostrado su interés.

Seguimos con la obra difícil

El año siguiente decidimos terminar la Crítica de la razón pura, que ya no nos parecía tan difícil. Seguimos el procedimiento habitual: cada sesión se la preparaba especialmente una persona, pero los demás discutían e interrumpían cuando querían.  Ya era cuestión de orgullo terminar este libro, que nunca se estudia completo en la carrera, sino fragmentado y saltándose siempre lo mismo. Nos hemos quedado con una visión de conjunto y con ganas de más Kant.

 

Ahora toca Derrida

          El curso 2019- 2020 nos   atrevimos con   La   Gramatología.   Nos resultaba   difícil de   entender, tenía   muchas   referencias que   no   dominábamos   bien, pero íbamos avanzando audazmente.

          No pensábamos que tendríamos que dejar la lectura a medias y recluirnos en nuestras casas por la pandemia. No quisimos continuar de manera no presencial, porque eso supondría renunciar a la dinámica   que nos había ido siempre tan bien, ya durante más de 4 años. Las reuniones quedaron interrumpidas desde marzo de 2020. Esperamos recuperarlas algún día.

 

 

 

 

 

¿Dónde estamos cuando estamos en el mundo?

Héctor García Vázquez

 

Parece una pregunta banal, ¿dónde vamos a estar sino en el mundo…?, pero si algo nos han demostrado las más de 500 páginas del filósofo alemán Peter Sloterdijk, es que no lo es en absoluto. A lo largo de nueve sesiones de más de tres horas de duración, en una pequeña aula de la facultad de Filosofía de Oviedo, unos cuantos aficionados al pensamiento filosófico de diferentes edades y condición, nos hemos pasado buena parte del año intentando desentrañar un doble enigma: ¿qué significa estar en el mundo?, y ¿qué quiere decir Sloterdijk cuando dice cosas como: “la cultura científica europea es una propuesta de destematización de los éxtasis esféricos”?

El pensador alemán discípulo de Osho entre otros, define a los seres humanos como “habitantes de esferas”, y en la primera parte de su densa trilogía tratará de describir cómo serían esas esferas en las que se suele dar la relación auténticamente humana. De este modo el club de lectura de la SAF es un ejemplo de esfera interfacial, en la que hemos comentado los amplios conocimientos de Sloterdijk sobre arte, antropología, psicología, historia, teología y sus críticas demoledoras a todo lo que oliese a rancio ego metafísico, concepción que desgraciadamente parece haberse adueñado de toda forma actual de pensar. Lo que en realidad intenta el filósofo alemán es una continuación de la conocida obra de Heidegger Ser y tiempo, entendiendo su discípulo que todo ser-en-el-mundo es un ser-en-esferas.

A lo largo de nuestras sesiones, hemos reconocido la importancia de leer en común los textos filosóficos, para no caer en el solipsismo al que nos llevan muchas lecturas en solitario.También resultó grato formar parte de una verdadera comunidad filosófica donde se pueda ejercer libremente el logos y conocer gente con las mismas inquietudes. Lo mejor: que nadie como Sloterdijk se haya tomado tan en serio hacer una filosofía del espacio. Lo peor: saber distinguir cuándo Sloterdijk está de broma y cuándo habla en serio.

 

 

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